Estamos rodeados de prohibiciones

Pero en cambio no estamos rodeados de autorizaciones, y eso crea cierto déficit personal, social y cósmico.

En las plazas públicas, en las fachadas de los edificios emblemáticos, tatuados en la piel, deberíamos poner mensajes del tipo: ama, ama bien, ama más, abraza, abraza bien, abraza más, quiere, quiérete mogollón, suelta, déjate llevar, grita (sin molestar) expresa lo que pienses, piensa lo que expreses, abre pecho, pon cara de alegría, vive alegría, fluye con el sol, con el viento, con el mar, con la montaña, con la vida, saborea las flores y los árboles, trátate bien, trata a los demás bien, sé amable contigo, con los demás, agradece que has nacido, agradece que haces este viaje con todos los que te rodean y algunos que no ves, pero que también están ahí, ríe, ama (repetidas veces), come, bebe, descansa, duerme…

Ya me entendéis, y si tenemos que prohibir algo que sean los malos rollos, los enfados, la rabia y la tristeza.